Nota por Marian Venini publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en High Times en Español.
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En los tiempos que corren, se está haciendo cada vez más difícil navegar este mundo que se cae a pedazos. Parece que se nos están agotando las ganas de enfrentarnos a este Apocalipsis que no termina más.
Pero no todo está perdido: todavía se puede encontrar refugio en ciertas cosas, cada cual las suyas. Para algunxs será la risa, para otres el trabajo, o las amistades; o, quizás, el porro, o simplemente poder conectar con otras personas.
Para Noelia Custodio, son todas esas cosas. La comediante, locutora, youtuber e ícono cannábico ha tenido un par de años complejos, pero ahora se encuentra en un momento lleno de proyectos, bien acompañada y con mucho aprendizaje encima.
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Por eso, nos comparte algunas ideas sobre la comedia, el trabajo, el Reprocann, la marihuana, el terror y la empatía.
Sobrevivir en el mundo
Noelia está en el ámbito del stand up desde hace rato, pero se podría decir que está en la comedia desde antes. “Con los chistes empecé cuando me di cuenta de que tenía que sobrevivir en el mundo”, comparte. “Porque dije ‘bueno, es por acá, me parece, que caigo bien’”.
Un te lo resumo así nomás de sus inicios en el mágico mundo de la comedia: su plan era estudiar locución luego del colegio, pero se le complicó terminar la secundaria, por lo que decidió ponerse a hacer un curso de stand up (“¡porque aparentemente se puede hacer un curso de stand up!”, remarca).
Sí, ir a un curso es algo que cualquiera puede hacer, pero el estilo particular de Noelia no es exactamente el más divulgado. Al verla en el escenario, se nota mucho la diferencia con la manera dominante de hacer stand up. Ella la describe: “Me di cuenta de que estaba hablando como lo hacía siempre abajo del escenario. Nadie lo hace así, todo el mundo lo hace más ‘cuentito’”.
O, por lo menos, eso pensaba ella.
Más tarde tendría contacto con el trabajo de otres comediantes que ampliarían su concepto de lo que significaba la comedia. “Conocí a Ana Carolina, Charo López, que eran muy zarpadas haciendo esto”, dice, refiriéndose a su estilo. “Es como una conversación fluida, como si fuese la primera vez que te lo digo. Eso me parece muy natural, y siempre lo que es más natural es lo que mejor funciona, creo”.
Después, fue cuestión de pulirse sobre el escenario. Estas disciplinas, explica Noelia, no se practican tanto estudiando y ensayando, sino en el vivo, en el hacer constante. Obviamente, la práctica es necesaria, pero el ida y vuelta es crucial. “Es clave el público, es clave el feedback”, asegura Noelia, y agrega: “Tenés que ser por lo menos interesante y al final ser gracioso, o ser gracioso todo el tiempo”. Por suerte, es exactamente esto lo que más le gusta hacer, y efectivamente, lo que mejor hace.
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A todo esto, el de la comedia es un ámbito (como tantos otros) particularmente propenso al machismo y a los choques de egos frágiles; un ambiente que comenzó a abrirse en las últimas décadas y a ser más inclusivo. No obstante, todavía queda mucho trecho por recorrer.
En semejante contexto, el humor particular de Noelia no iba a pasar desapercibido. De hecho, confiesa hacer muchos chistes al respecto en sus primeras épocas, cosechando más de un resentimiento. “Al principio, obvio, eran la mayoría varones que no les gustaba que de repente alguien se ría de toda esa estructura. Yo jodía mucho cuando empecé, la verdad, y muchos chabones de la vieja escuela se enojaron conmigo”.
Pero por supuesto, Noelia no fue la única. “Siempre hubo bronca conmigo y con otras comediantes… ¡´porque nos reíamos! De repente, los comediantes se enojan porque uno se ríe”, señala, aguda.
Desde luego, el enojo tiene una causa más profunda que la mera risa. Noelia postula que estamos hablando de gente (por lo general, de una generación más arriba que ella y sus colegas) a la que “nunca habían puesto en jaque. No tienen vulnerabilidad esas personas. Son todos capos arriba del escenario, un poco fingiendo ser pobres, un poco fingiendo, no sé, fingiendo tener suegra. Igual está bien, porque hay una generación que lo disfruta muchísimo. ¿Qué, nos van a venir a ver a nosotros?”, cuestiona.
De todas formas, aclara que no se refiere a todos los comediantes de dicha generación: “Hay muchos que son muy piolas, que son gente empática. No hay que tener mucho para empatizar, tampoco, ni mucho rótulo”.
‘En la expansión siempre hay más abundancia’
Hoy por hoy, Noelia se encuentra muy ocupada. Quizás, demasiado ocupada. “Siempre me lleno de trabajo y en un momento colapso y voy a tener que dejar el que más tiempo me toma”, dice.
Por caso, dejó hace poco de participar en Crossover, el programa de Julio Leiva en Vorterix. Pero no desesperéis: sigue todos los martes en Qué Olor, programa que comparte con Charo López en El Destape Radio.
Al respecto, Noelia destaca su comodidad con Charo para trabajar en comedia: “Con Charo encontré una compañera de chistes muy buena. Siempre fue mi amiga. Muy, muy piola para escribir y para hacer chistes, para hacer radio y trabajar en general”.
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Noelia lamenta especialmente el tiempo que tiene que sacrificar para lo que más le gusta: “Yo soy muy ruterita. Me gusta mucho el mate, la ruta, el porro”. Y se le nota.
Por caso, ya puede verse en su canal de YouTube, El Brillo, su especial de stand up que, además de mostrar sus talentos sobre el escenario, provee un insight sobre todo lo que pasa fuera de él en una gira.
“Hacer gira siempre es lo que más me gusta hacer. Yo nunca voy a dejar de hacer gira”, sentencia Noelia. Es más, ya tiene un ambicioso y bello itinerario en mente para este 2023: España, Mar del Plata, Buenos Aires, La Plata, Rosario… y eso es sólo el comienzo. “Hay un montón de lugares que no fuimos nunca: Catamarca, La Rioja, Ushuaia… Queremos ir a Chile, cruzar la cordillera. Queremos ir a Uruguay en auto también, para hacer una girita por allá adentro”.
A todo esto, cuando Noelia dice “queremos”, se refiere no sólo a Charo López, con quien comparte varios proyectos, sino al resto de su equipo: Mati Muela, Manu Calmet y Maxi Basan.
“Yo no concibo el trabajo que estoy haciendo fuera de mi equipo, porque lo fuimos armando y es hermoso”, dice, contando cómo se formó el grupo: algunes eran amigos de antes, y con otros la amistad surgió trabajando. “No quiero trabajar sola, entiendo que hay muchos comediantes que lo eligen también por una cuestión económica, porque obviamente si trabajas solo, hay más plata para vos”, explica. “Pero yo prefiero expandir. Siento que en la expansión siempre hay más abundancia”.
Plantada
Y hablando de relaciones, es momento de hablar de una de las más largas que ha tenido Noelia: la marihuana.
“Desde los 17 años no he estado careta”, ríe, y cuenta un poco cómo nació y creció este amor. Como la mayoría de lxs millennials, se inició con el prensado, con la pipa de agua de plástico. “No sé si me pegó el plástico o el prensado”, reflexiona.
Y como suele suceder con las relaciones, la suya con el cannabis no empezó exactamente con el pie derecho. Noelia cuenta que ya tenía contacto con gente que fumaba a los 14 o 15, “pero no sé por qué era medio anti. No me parecía particularmente mal, pero era anti”.
Esto es, hasta la primera vez que le pegó: “Fue tipo quéeeee, yo tengo que seguir fumando esto todo el tiempo. No puede ser que recién ahora lo probé”.
Y eso que estamos hablando de prensado. Otra cosa muy millennial es la distinción histórica entre el porro (para referirse al prensado) y las flores; un resabio de las últimas décadas en las que conseguir cogollos frescos no era tan fácil como hoy. Noelia describe esta situación con nostalgia: “Yo, cuando era chica, también fumaba flores, y fumaba porro. Esa diferencia era muy graciosa, ¿no? Las flores eran muy inaccesibles al lado de prensado, en ese momento”.
Pero tal diferencia, para cualquier amante del faso, es abismal.
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Noelia recuerda con cariño la primera vez que fumó flores: “Casi me desmayo en el colectivo. Fue hermoso. No lo recuerdo como algo feo”, ríe. “Lo recuerdo como ‘a la mierda, qué potente que es esto. Qué fuerte, qué lindo’. Estaba en el 168 y casi me voy para atrás, pero no de que me bajó la presión: me dejé caer, ¿entendés?”.
A todo esto, la comediante destaca el notorio cambio que ha sufrido el producto en las últimas décadas. “El porro de antes no es lo mismo que el porro de ahora”, asegura. “Antes había más prensadito y medio que había un solo camino: dolor de cabeza, comer, dormir. Pero ahora hay unas variedades que son re fuertes y la gente no está acostumbrada siempre. Hay que avisar también cuando tenés porro fuerte”.
Hoy, ella fuma todos los días, siempre que no tenga que hacer alguna actividad física. “Salvo esos momentos, trato de estar fumando todo el tiempo”, dice. No obstante, y a diferencia de otres artistas, no suele hacer uso ni abuso del porro en el momento de producción creativa. “Siempre trato de bajar un poco la dosis, porque creativamente no me cambia mucho; al contrario, creo que estoy más rápida si fumo la micro”.
Sin embargo, la situación en vivo es otra. “Me parece interesante también lo que sale en vivo fumada, porque es un poco más lento, o tiene otro ritmo. A veces está bueno hacerlo como experimentación”, dice. Y agrega: “No subiría al escenario con ninguna otra sustancia que no sea marihuana. Ni alcohol ni ninguna otra cosa”.
Unx podría pensar que, después de un uso tan asiduo durante tantos años, Noelia habría construido una tolerancia infranqueable. Mas no. La comediante explica: “Soy muy tolerante, pero nunca me pasa de fumar algo y decir ‘ay, no me pega’. Capaz una se pone más exquisita con el gusto, con el curado, con la humedad… una se pone más sommelier. Pero un porro es un porro”.
Y sí, como con todas las relaciones, unx cambia, y aprende. Otra cosa que ha aprendido, por ejemplo, es la manera correcta de maridar el porro con el mate. Porque es una combinación potencialmente peligrosa, en especial para las personas propensas a la ansiedad. “Hay yerbas que me destruyen. Una Rosamonte con un porro: ataque de pánico. La Canarias común es como tomarme un saque de la peor cocaína”, ríe. Por eso prefiere la yerba suave mezclada con hierbas: “Bien cornudita”, sentencia. Y a mucha honra.
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A todo esto: ¿por qué Noelia ha elegido a esta planta para acompañarla en los caminos de la vida? Por un lado, señala que la marihuana hace que las cosas parezcan menos graves. “A mí me calma mucho. Con el porro te fumás dos secas y decís ‘no estoy tan enojada’”.
Efectivamente, cuando se la usa bien, la marihuana es una gran compañera de vida para muchas personas (y son cada vez más). Para ellas, Noelia aconseja: “El porro es re lindo. Si pueden cultiven, y si no pueden, cultiven con gente. Traten de fumar porro bueno”.
Y otra cosa importantísima: tener Reprocann.
Yutas argentinas
“Es re importante tener el Reprocann, porque está muy picante la ruta”, asevera Noelia.
Como usuaria de Reprocann y nómada incansable, ella ha vivido todo el espectro de experiencias posibles frente a las fuerzas del orden en distintos transportes. Particularmente, en la ruta y en el aeropuerto, que resultaron ser vivencias diametralmente opuestas. La comediante atribuye esto, en parte, al nivel económico que se maneja en los aeropuertos, que influye de manera directa en el trato de la policía. Y es imposible ignorar los prejuicios raciales en estos contextos: “La policía te molesta por el color de piel, directamente, con todo, como siempre”.
Por un lado, Reprocann mediante, no ha tenido nunca ningún problema llevando porro en el avión. “De hecho, a veces me abren el frasco, lo huelen y dicen ‘qué rico’, te lo juro”.
Es más: aparentemente Noelia tiene el dudoso honor de ser junada en el ámbito aeroportuario. “Desde que hice el video del aeropuerto, que fue cuando me agarraron sin Reprocann, parece que la policía aeroportuaria me conoce. Entonces, cada vez que voy a un lugar o llego a un lugar me dicen ‘vos sos la del video’”.
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Muy distintas fueron sus experiencias con gendarmería en la ruta en Santiago del Estero, más específicamente, en la ruta de Jujuy a Buenos Aires, pasando por Rosario, ominosamente apodada ‘la ruta narco’. Noelia comparte las dos vivencias que tuvo pasando por esta carretera donde, predeciblemente, los controles son muchísimo más exhaustivos.
La primera vez, todo bien: le tocó una gendarme mujer “muy incisiva, pero muy amable, muy cordial”, que llegó a preguntarle qué patología tenía. “Yo tengo una placa de titanio y cinco tornillos en la pierna, así que es tocable mi patología”, ríe Noelia. “Yo siempre ofrezco tocar si quieren”.
La segunda vez que la gendarmería paró a Noelia en dicha ruta fue muy distinta. Ella la describe como una de sus peores experiencias: “Ay, Dios. Tengo flashes de guerra todavía”.
La secuencia: tres gendarmes la pararon a ella y dos amigos, de noche y con un frío tremendo. No fueron amables, no fueron cordiales. Esto tuvo que ver, postula Noelia, con el perfil de ella y sus amigos: dos blancxs y un marrón, y lo que es peor, uno de ellos era notablemente gay. “Mi amigo tiene el pelo rosa. Eso lo notaron muchísimo. No sé si lo notaron porteño, cheto, afeminado. Nos hicieron pasar frío, nos boludearon a propósito”.
Al encontrar los gendarmes una tuca en un asiento, Noelia se apresuró a demostrar que tenía todo en regla. Pero el carnet válido de Reprocann no parecía ser suficiente para uno de los gendarmes, que procedió a acribillarla a preguntas y a acosar a sus compañeros de viaje. “En un momento me dijo ‘¿dónde compraste el porro?’. Yo le dije que yo no compro. ‘Ah, te quería hacer pisar el palito’, me dijo. En otro momento le ilumina la cara con la linterna a mi amigo y le dice ‘¡vos consumís!’. Ni siquiera ‘vos consumiste’: ‘vos consumís’”, señala Noelia, todavía enojada. “Lo que quería hacer era estirarla. Nos revisó todo, muchísimo. O sea, un desastre. Muy violento”.
Al final, Noelia terminó con un correctivo por tener otro porro que, había admitido, le habían regalado. Esto, según el gendarme, está prohibido. “Yo no tenía idea si eso es verdad o no de la ley, pero no me pueden regalar aparentemente, aunque la otra persona también tenga Reprocann. Seguro que es mentira. Me quería hinchar las pelotas. Quería aleccionarme porque no me podía meter presa”.
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A pesar de su más que justificada bronca con las fuerzas del orden, Noelia tiene una postura ambivalente frente a estas, reconociendo que la realidad es más compleja que lo que solemos querer admitir.
“Yo no quiero ser esa persona que dice ‘yuta puta y asesina’, no quiero ser esa persona que dice ‘estudiá, no seas policía’”, reflexiona. “Porque entiendo que la policía, en sus inicios, es gente pobre. Pero son tan enemigos de la gente que cuesta mucho empatizar con ellos. Yo me acuerdo de este tipo y me imagino lo que hace con un grupo de pibes que son marrones, negros, y les encuentra media tuca. Ahí no hay Reprocann que valga”.
Porque, además, revela la comediante, “la policía tiene mucha bronca con el Reprocann, No está contenta, eso es importante saberlo”.
Sí: todavía hay gente que, a pesar de tener todo en regla, es castigada por ejercer su derecho a cultivar o poseer marihuana. A veces esto sucede por la falta de capacitación de las fuerzas de seguridad, pero en otras ocasiones sucede más bien lo contrario: “Pasan las cosas que pasan, o por falta de información, o porque se hacen los boludos y tienen bronca porque están en tema”, detalla la comediante. “Eso es lo que yo percibo”.
Por todos estos factores, Noelia recomienda, además de tener el carnet de Reprocann actualizado (y físico de ser posible, porque a veces el QR no funciona), “estar informados y rápidos con la ley”. La información es poder.
Y, también, aconseja, aunque sea muy difícil, tragarse el rencor que puede surgir ante una situación espinosa con la policía. Según ella, hay que “saber que hay que decir ‘sí, sí señor’, para seguir viaje. Realmente hay un instinto de preservación que hay que tener, que aunque vos sabés que es injusto, mejor irte de ahí”.
“El Reprocann es un recurso hermoso e impensado para mí, y hay que usarlo”, dice Noelia. Efectivamente, poder cultivar bajo el amparo del Estado parecía un sueño utópico hace apenas unos años. No obstante, la comediante resalta que todavía queda mucho por lograr en materia de derechos, y que no hay que dormirse en los laureles y pensar que con el Reprocann alcanza. “Hay que tratar de ir por otros lados. Me parece que la Ley de Drogas hay que cambiarla”, ejemplifica.
Fumadas y aterradas
Hablando de cosas que dan miedo: como bien saben les seguidores de Noelia Custodio, ella es muy fan del género del terror, por lo que fue imposible continuar la entrevista sin pedirle algunas recomendaciones de pelis para mirar con un buen porro.
La comediante señala que, como con todo en la vida, esto dependerá de la persona en cuestión: “Hay gente a la que le gusta hundirse en el mal flash. Para mí, la violencia y la sangre no son un factor determinante si estoy fumada”. Pero el terror psicológico es otro cantar. “Quizás sí tengo un peor viaje, si veo algo como… por ejemplo, cuando era chica me tocó ver Apocalypto e Irreversible el mismo día”. Durísimo.
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“Yo iría a lo más pochoclero y violento que existe, que es Rob Zombie. O Robert Rodríguez. Ahora se están haciendo películas de terror muy buenas. Bodies Bodies Bodies es muy para ver reloco”, ejemplifica.
Por otro lado, defiende a muerte la producción nacional de terror que, asegura, está en un gran momento. Por eso recomienda varias pelis argentinas para fumar y tener miedo, entre ellas El prófugo (de Natalia Meta, protagonizada por Érica Rivas y nominada a los Oscar) y Aterrados (de Demián Rugna).
Particularmente, y aunque no sea de terror pero sí de una temática lindante, quiere que todo el mundo vea el mockumentary Zombies en el Cañaveral, de Pablo Schembri, made in Tucumán. “Me interesa muchísimo que la gente la conozca. Es la historia de que George Romero le robó la idea de los zombies a un tucumano. Y es realmente muy graciosa. Aparece la Coca Sarli”.
Por último, remarca la importancia de apoyar el cine nacional. Algunas de estas películas son difíciles de conseguir, detalle que no se le escapa a Noelia. “Es una lástima eso también, la distribución, porque el problema no es solamente el vaciamiento del INCAA durante el macrismo, sino que ahora no hay distribución de las pocas películas que se hacen. Entonces, también el cine argentino está medio en crisis”.
Cuidate, querete
En la filosofía de Noelia se destaca mucho la importancia del cuidado. Ya sea frente a la ley o frente a las sustancias, es elemental saber cuidarse, y ella lo sabe. Por eso, para ella hablar de reducción de daños es no sólo importante, sino urgente, porque “uno no puede evitar que la gente se drogue”.
Por lo pronto, aconseja tener mucho cuidado con la procedencia de las sustancias que se van a consumir, más allá de su preferencia personal por las drogas más naturales (como la marihuana). Eso, y siempre tomar agüita.
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Asimismo, enfatiza la importancia de la salud mental en torno al uso responsable de la marihuana. El porro, sabemos, puede ser un gran aliado para las personas con condiciones de salud mental, pero también puede convertirse en un enemigo. “A veces o apaga o empeora. No es que no te hace nada: al contrario, hace cosas maravillosas. Y si estás en un mal momento, puede ayudar a que haya peores momentos”, dice Noelia.
“Puede haber enrosque”, continúa. “Eso también habla de un estado mental que cada uno transita. No hay que apagar síntomas, ni con marihuana ni con nada”.
Efectivamente, Noelia recomienda fuertemente no automedicarse con porro, y aprender a dilucidar cuándo la medicina está surtiendo el efecto contrario. “Eso es muy importante. Hay gente que vive de mal flash en mal flash y no entiende que no le está pegando bien. Hay que entender también cuándo dejarlo, como todo”, dice.
En definitiva, lo que no hay que hacer es idealizar la marihuana, presentarla como una panacea que cura todo mal y que es para todo el mundo. Porque la realidad es que no lo es.
Sin embargo, hay quienes se empeñan en pintarla como tal, llegando a presionar a otras personas para que adopten la misma perspectiva. Frente a esto, Noelia es tajante: “Hay gente que toma medicación, y quizá con la marihuana no es el mejor maridaje. Hay gente que le pega mal, y mucha gente que dice ‘no, pero mi porro no te va a pegar mal’. Y le insiste e insiste, ‘fumá, fumá, fumá’. Y hay gente que en este momento es mejor que no consuma”.
Porque Noelia sabe que tener consideración y cuidar al otre es crucial, tanto en relación a las sustancias como en la vida misma. Por eso, remarca que es necesario entablar estas conversaciones no sólo por un tema de salud pública, sino de educación y empatía.
“Porque hay gente que se muere, y después pasa como ‘que se muera, Si total estaba consumiendo’. No es así, no funciona así”, afirma. “Ponele que lo pensás, que sos una persona horrible y lo pensás (porque uno a veces es una persona horrible). Pero eso pasa un montón de filtros y vos vas a un teclado, lo escribís y lo publicás. Es una locura. Está muy mala la gente”.
Por caso, recuerda la muerte del cantante El Noba. ”Todo el mundo empezó a decir que estaba bien que se haya muerto, que era un hijo de puta… Lo seguían bardeando, ponían la foto, mientras estaba la familia fatal porque estaba en coma. Después se muere y lo vuelven a bardear. O sea, ¿qué otro castigo que morirse querés que tenga el pobre Noba? La gente es muy mala cuando se trata del otro. Muy ‘yo no haría nunca una cosa así’”.
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“Ahora la gente está más eufórica. No sé qué onda con eso, pero, bueno, también estuvimos en una pandemia y está muy apocalíptico el clima. Yo lo entiendo también”, reflexiona Noelia.
“Ahora hay un miedo a la muerte que no se tiene, o se tiene más. No sé, como que hay una percepción de la muerte muy distinta ahora. Ahora a todos se nos murió alguien muy cercano, o de COVID-19 o de algo relacionado. Hay mucha muerte alrededor. Y la muerte cambia, la muerte curte… la sensibilidad, supongo. También hay gente que se deprimió mucho, o que quedó muy fóbica por los gérmenes… Y los pacientes de riesgo hoy en día, pobre gente. Me flashea también que hay gente que no importa, como que se perdió sensibilidad. Creo que estamos medio calleados ya”.
¿Y Noelia, cómo hizo para sobrevivir el apocalipsis? “No sé, como pude”, contesta. Para empeorar las cosas, en la pandemia murió uno de sus gatos (“Fue de las peores cosas que me ha pasado en la vida y no me da vergüenza decirlo”, dice, y con razón). Pero sigue acompañada de Britney y Doctor, sus otros dos gatos, de sus amigos y sus proyectos. Y si bien se ha curtido, ha crecido y la ha sufrido, no ha perdido la sensibilidad, la capacidad de empatizar con otras personas ni de reírse de ella misma. Un éxito rotundo.
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