La Eterna Impermanencia de Mike Amigorena: Manía Musical, Paternidad Pandémica y el Fiel Fasito

Nota por Natalia Kesselman publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en High Times en Español.

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Toca todas las campanas, pero no es ningún jorobado. Aunque, sin dudas, saltaría ante la oportunidad de interpretar al deforme Cuasimodo: si hay algo que le enciende la mecha a Mike Amigorena, es un buen desafío. De hecho, este artista camaleónico y distintivo a la vez tiene un solo requisito indispensable a la hora de elegir un proyecto. Pero, ¿cuál?

Se detiene, piensa y, en firme tono barítono, asesta: “El peligro”.

Es un eterno juego. En realidad, es lo que toda la vida hice. No me tengo que jactar, ni mandar la parte: soy lo que siempre fui. ¿Entendés? Era chiquitito y hacía esto. Me subía al árbol, tenía una torre de control, bajaba y tocaba la guitarra, agarraba el auto y le ponía el ruido del motor. Después me iba a misa porque era monaguillo. Toda la vida fue una mezcolanza. Me llamo Michael, pero acá me llamé Mike, y en el documento figuro como Ricardo Luis”.

Con estas palabras, Mike Amigorena declara haber sido “toda la vida un impermanente”. Y su currículum lo respalda.

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En lo actoral, podría decirse que ha hecho de todo: hizo un montón de teatro, desde obras de clown hasta Hamlet; jugó al marciano en la serie Una familia especial (un fav personal, porque “podía hacer cualquier cosa con un marciano”); en Los Exitosos Pells, su big break televisivo, hizo no uno sino dos papeles casi opuestos; encarnó a un Cristo trajeado en Miss Tacuarembó; imitó a Sandro en Mario on Tour y hasta le puso voz a Ken en la versión criolla de Toy Story 3.

Hoy, en plena pandemia, vuelve a sus orígenes teatrales para ensayar A.R.Tdirigida por Ricardo Darín y Germán Palacios y coprotagonizada por Pablo Echarri y Fernán Mirás.

Pero la actuación es tan solo una fracción de lo que hace y toda la vida ha sido así. Su verdadera gran pasión, algo menos reconocida por el público pero mucho más cercana a su corazón, es la música.

“Siempre está ahí. Trato de no descuidar la actuación, obviamente, y la música también la cuido, la genero, estoy generando contenido todo el tiempo. Y están ahí algunas canciones que quedan en la gatera, otras que necesitan ir a la pelu y otras que salen relindas de entrada. Entonces: no quedarse quieto”.

Y nunca estuvo quieto: fue cantante de la banda Ambulancia desde el año 2005 hasta el 2015, junto a quienes Mike tocaba casi siempre de vestido o pollera. En simultáneo, fundó Mox en 2012, hoy también disuelta y, desde 2016 hasta hoy, ha sacado dos discos solistas: Amántico y Daä.

 Y se viene un tercero.

Así lo indica la presentación de “La Pelu”, su primer single del 2021, un rayito de luz en estos años grises y tormentosos que venimos atravesando. “Hay que darle para adelante, no queda otra”, dice. Y siempre, siempre, siempre está más que encantado de brindar una alegría.

La pelu

“La Pelu nació a partir de la alquimia”, explica Mike. Una alquimia que existe entre él y Dante Saulino, director musical del proyecto y guitarrista de la banda. ”Él me mandó una pista y esa pista me conecta. Casi todas las canciones las escribo así. Un sonido de afuera me reproduce uno interno y lo hago canción. Me viene la base y yo le pongo melodía, letra y termina siendo como ‘La Pelu’”.

Sin alejarse nunca demasiado del pop, su hogar sónico, al artista le encanta mezclar géneros y lo demuestra en cada uno de sus temas.

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“Venía de como un trap, o un ‘electrotrap’, o ‘trap pop’, en el último, que fue ‘Transfer’ [ft. Naomi Preizler], que se convirtió más en una instalación que en una canción. Y ahora ‘La Pelu’ es un hip-hop”.

Y añade: “La verdad hice tantas canciones, estuve con tantos géneros… Me gusta la música, amplia. Siempre me gustó el hip-hop. De hecho, en Mox había algunas notas. Después, en Ambulancia también. Siempre me vinculé con lo urbano.

En cuanto a la temática de la canción, Mike nunca se imaginó que iba a terminar hablando de una peluquería, pero sí le encantan las metáforas.

La peluquería puede ser también como un psicólogo, como un taller, como un centro de estética donde vos vas para sentirte bien, para que te vean bien, para que estés como coordinado, digamos. Entonces me vinieron imágenes de Quaffaire y de todo ese mundo”, relata con algo de nostalgia, un poco de los ‘80, un poco de hace tan solo dos años, cuando ir a la peluquería era un placer mundano y no una actividad de riesgo.

En el video lo vemos de traje, tirando pasos (porque, además de todo lo otro, también sabe bailar) en un salón de belleza retro, lisérgico e invadido por coloridas animaciones. Toda esta escena surrealista, dirigida por Matias Sinay y Vicky Dragonetti, desconcierta a la vez que llama a mover el esqueleto. Y, para coronar el flash, Mike porta una cornamenta cabría sobre su cabeza. 

“Es por la naturaleza”, explica. “El carnero de montaña es como un gran ejemplo de liderazgo, de adaptación y de fuerza. Es un distintivo que lo asocio a la naturaleza, que es el único camino posible. Para mí, lo que nos puede salvar como civilización, como planeta, es recurrir a la naturaleza y refugiarnos en ella”.

El huevo o la gallina

Actuar, cantar; cantar, actuar: ¿hay realmente una diferencia? ¿O son acaso artes intrínsecas? ¿No implica el canto un acto performático? ¿No posee cualquier escena teatral su ritmo y su son? ¿Qué vino primero: la música o la actuación?

“¡La música! Sin duda”.

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A los 4 años, Mike ya sabía quiénes eran los Beatles y podía nombrarlos uno por uno. “Estoy hecho de eso desde que nací”, dice. Y asegura que, siempre, desde toda la vida, quiso cantar.

“Y cuando cantaba, imitaba lo que escuchaba, entonces inevitablemente tenés que actuar”, explica, rememorando su infancia. “No era lo mismo cantar Pet Shop Boys que Hall and Oates”.

“Siempre preferí escuchar música que ver. Sí me gustaba mucho ver dibujitos, pero no era de películas. Estaba más vinculado con lo musical, moría por Carlitos Balá y sus canciones, por Menudo, Parchís. Todas cosas milenarias, nena”, sostiene en buena ley el señor que hoy, como quien no quiere la cosa y sin nada de lo que avergonzarse, le está pisando los talones al medio siglo.

Como cualquier persona, a medida que fue creciendo, fue evolucionando en sus gustos, incorporando data e, inevitablemente, formándose a sí mismo como humano y como artista en el proceso.

“Bowie. New Order. Pet Shop Boys. Depeche Mode”. Eso, Mike es, desde la raíz hasta el último fruto: sus canciones. “Siempre reposo en los clásicos. Bowie está siempre, siempre va a estar. También Fleetwood Mac, Thompson Twins, The Twins, ABC, Prefab Sprout, OMD. Eso me vuelve loco”.

Pero no todo es retro. También disfruta de sumergirse en Spotify en busca de música y playlists de todos lados: música de la India, Pakistán, k-pop, korean chill, de todo. ¿Algunas de sus bandas contemporáneas predilectas? Parcels, Jungle, Tame Impala, Foster The People. De Argentina, Bandalos Chinos, Indios y Potra.

Pan de Miel

“Hago lo mejor posible”, dice con humildad en cuanto a sus actividades pandémicas, pero la verdad es que hace un montón. Y, además de no descuidar ni la música ni la actuación, durante la pandemia Mike ha sumado otros roles a su vida.

Uno de ellos es el de cocinero. “¿Qué me contás? Estoy cocinando”, avisa, satisfecho. “Tenemos un proyecto con Carolina Poccard, que es una gran cocinera. Yo aprendo mucho de ella y la pasamos bien, comemos rico. En algún momento viajaremos. Está ideado para viajar. Pero, bueno: por ahora, como no viajemos por la manzana…”.

Pero ni A.R.T., ni La Pelu, ni el catering, ni la mismísima pandemia pueden competir con el desafío más grande con el que el mendocino polimorfo se ha topado: la paternidad. A principios del año pasado, Mike Amigorena y su compañera, su amor, su cómplice, la cantante Sofía Vitola, a.k.a. Potra, recibieron a su hija, Miel.

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“Mirá, para mí la pandemia la tengo asociada a mi hija, a la paternidad. Entonces siempre va a ser recordada como una de las etapas más felices de mi vida. Nació en el 2020, así que estuve toda la pandemia cambiando pañales, viéndola crecer 24/7. Nació en febrero, un mes antes de que empiece todo”.

¿Y cómo atraviesa Mike -no todas-, pero algunas de estas experiencias? Fumando mucho porro.

‘Vivo fumando’

Mike fuma marihuana “de toda la vida”. Es un hábito y un placer que lo ha acompañado a lo largo de muchas etapas y que hoy en día también forma parte de su cotidianeidad. Pero no siempre fue el caso. De hecho, esta historia de amor empezó muy mal.

El primero que le ofrecieron, en el ‘88 u ‘89, cuando tenía unos 16 o 17 años, “lo rechazó con pavor”, según le contó al periodista Hernán Panessi en 2014 para la Revista THC.

“Me ofrecen un fasito, en Chile, un tipo en su casa, así como si nada. No, no, no, ni en pedo’. Como si me hubiesen dado hoy una pistola para matar a alguien”. Pero del miedo, se recuperó: “Soy muy curioso, todo lo que hago lo hago por curiosidad”.

Así, probó en un par de ocasiones pero, como le pasa a mucha gente, no le hizo efecto o no lo supo identificar. “Fumé como dos veces, pero no me pegó”. El primer high que recuerda patente ocurrió en la noche porteña, después de haber ya fumado varios porros. Y no estuvo nada bueno.

“Estaba en la Age of Communication, año 92, y la pasé mal. Re mal”, rememora. Sin embargo, no dejó que eso lo detuviera en su camino a la planta santa. “Le puse fuerza y corazón hasta que se linkearan, la hierba con el espíritu. Después ya me empezó a pegar hermosamente siempre”.

¿Qué beneficios creés que aporta la marihuana a tu vida?

El beneficio de la contemplación desmedida. Desde muy chico. El famoso ‘cuelgue’. Y yo que, ya de por sí soy medio colgado, imaginate: puedo pasarme 20 minutos mirando un árbol. Y todos los pájaros que se van, se meten, cantan.

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¿Qué te gusta hacer cuando fumás porro?

—Me gusta hacer zapping. Me vuelvo loco haciendo zapping. Estar re high haciendo zapping, es un programón para mí. Solo, ¿no? Estando solo.

¿Cómo pensás manejar el tema de la paternidad y el cannabis?

Con diálogo. Yo con el tema siempre decía ‘bueno, si llego a ser papá, voy a acompañar esos encuentros que tenga con la rareza, con lo oscuro, con la droga’, ¿entendés? Muy sutilmente. Primero que fumo, o sea ella está jugando y yo estoy fumando. Así que para ella es muy normal, o va a ser normal. No sé si ahora se da cuenta, pero va a ser normal. Voy a hablar muchísimo de drogas, después que ella decida si es medida. Y así, ojalá, ojalá, ojalá, ojalá tenga un contacto muy responsable con la… con la fantasía.

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